La pulsera

El debate del año se celebró bajo la sombra de la corrupción en el gran lucernario del Palacio de San Jerónimo con destellos en Cataluña, donde Pere Navarro, el dirigente de los socialistas catalanes, pedía la abdicación del Rey y la asunción del Príncipe Felipe para hacer la transición del siglo XXI. Es la primera vez desde la Transición que uno de los partidos dinásticos pide el fin del reinado de Don Juan Carlos, aunque el PSOE de Madrid lo desautorizó enseguida.

A las mismas horas, en el barrio de Salamanca, Luis Bárcenas estaba muy contento; mientras veía el debate, se enteró de que la Fiscalía había decidido no ponerle pulsera: no tiene la obligación de encajar la joya, como se dice en germanía. En un escrito enviado al Juzgado número 5, Anticorrupción le comunicó al juez Ruz que no se puede adoptar ninguna medida cautelar contra el encausado, aunque sean múltiples los indicios de delito. «No me ponen la pulsera antifugas -pensó Bárcenas- porque carecen de sustento judicial». El dinero que ganó antes de los últimos ocho años ya no cuenta para los jueces, y lo que está sometido a indagación está amnistiado o es legal.

Mariano Rajoy subió al estrado pensando que al ex tesorero, un contable ordenado y metódico, aun en el caso de que hubiera hecho algo espantoso, no se lo podrán probar y no se sentará en el banquillo antes de dos años, si es que se sienta. Se dirigió a la nación en el momento en el que el dinero vuelve a las empresas y a los bancos. España nunca estuvo en quiebra, pero sí al borde de la insolvencia. España no se ha hundido, anunció con énfasis.

La primera parte de su discurso tuvo el aire de un informe al consejo de administración. Luego se enfrentó a la corrupción; propuso la regulación de los lobbies, propuso un acuerdo de todos los grupos. Aseguró que España es un país limpio que lo está pasando mal y generalizar la corrupción es profundamente injusto, una insidia, una nueva leyenda negra. En el Parlamento de San Jerónimo, edificado por orden del general Espartero, cuyas escritillas se ven en el caballo que hay en la puerta de Hernani del Retiro, Rajoy contestó a las acusaciones de que actúa con miedo. «Se nos podrán reprochar muchas cosas, no la cobardía».

Pero en ningún instante mencionó al imputado, que según Rubalcaba revoloteó durante toda la tarde por el hemiciclo. Rubalcaba se preguntó si se puede gobernar siempre pendiente de que a Bárcenas le dé un ataque de sinceridad. Le acusó de ser benevolente con los tramposos y propuso agilizar los procesos judiciales. Es que la oposición teme que el caso se eternice, es decir, se judicialice.